El carnero. Sobre la composición y otras relaciones.
Resumen
Sin duda, a cualquier memorista, apasionado, criollo neogranadino, deseoso, calmado, formado, escéptico creyente o al contrario, intelectual cuasimoderno, honesto, informado que desee contar la historia de un reino vivida durante cien años, se le presentan diversos problemas. Selección de episodios y personajes; ordenamiento y
composición; niveles de lenguaje; perspectiva de sus ojos frente a los acontecimientos; ubicación frente a los contemporáneos, a los antecesores y a la tradición; modalidades de género; naturaleza
del registro; formas de materializar la síntesis ante la decisión de contarlo todo; esto, natural, si quiere que su trabajo se deje leer; que ojalá tenga alguna repercusión; y si, cosa de ser prácticos, quiere
terminarlo algún día. Aún en aquellos tiempos el tiempo apremiaba. Don Juan, que debía sentir la lápida en la espalda y, además, parecía creer en el poder del rito, y lo construía, ubicado en 1636, sólo contaba con dos para historiar lo sucedido, público y privado, en cien años, que se le cumplirían en 1638. Nada de azares ni coincidencias.
Palabras clave
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PDFDOI: http://dx.doi.org/10.26564/16926250.218
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